jueves, 5 de febrero de 2015

El icono que salió de una papelera


Si, como lo oyen, el proyecto del edificio más significativo de Australia salió de los descartes. Unos descartes entre los que buscó un impuntual Eero Saarinen, miembro del jurado que componía el concurso para la Sydney Opera House y que llegaría tarde al fallo del jurado. Saarinen exclamó “Aquí está el proyecto que buscan”.


Croquis presentado al concurso de la Opera House, Jørn Utzon, Biblioteca del Estado de Nueva Galés del Sur



Este edificio ha sido seguramente el reto más complicado al que se ha enfrentado un arquitecto en todo el S. XX y probablemente uno de los proyectos en el que más dificultades se han superado en toda la historia. Lo de Calatrava y la Ciudad de las Artes a su lado son minucias...

El concurso se inició en 1955 y recibe 233 propuestas de 28 países y en busca del premio de 100.000 dólares y la construcción del edificio y muy pocas restricciones, lo que atraería a los mejores talentos del mundo.  “Era un proyecto que tenía todo lo que un arquitecto podía desear. Un sitio fantástico con una posición hermosa y exigente en Bennelong Point”. Sí querido Jørn, pero de haber sabido la que se te avecinaba, quizás hubieses preferido quedarte haciendo la casa del perro de tu vecino…

El jurado elegiría sorprendentemente la propuesta de Jørn Utzon, un joven arquitecto danés de 38 años que había construido más bien poco pero su propuesta les pareció brillante, destacando la atractiva solución adoptada en la cubierta que se asemejaba a las velas de los barcos que cruzaban por ese punto.


Portada del diario The Sidney Morning Herald el día siguiente al fallo del jurado en el que se pueden apreciar los tres primeros clasificados




Jørn Utzon conocía muy bien una situación similar, la del Castillo de Kronborg, situado entre las dos costas de Dinamarca y Suecia y este le serviría como experiencia previa para la idealización del concurso.


“Con Kronborg en mente yo estaba convencido de que un nuevo edificio debía estar en una posición tal como para ser visto desde todos los ángulos, tenía que haber un edificio escultural”.



Otra intuición que tuvo Utzon fue al ver las cartas navales de Sidney. Estas mostraban acantilados de piedra arenisca emergiendo del mar en la entrada del puerto, tal y como pasaba a menudo en su Dinamarca natal.
Esas “cabezas rocosas” que emergen verticalmente del plano horizontal formado por el mar, esa sensación de movimiento, fueron otro factor determinante a la hora de idealizar el proyecto en dos partes muy bien diferenciadas. Por un lado una gran meseta donde se albergarán los usos y las instalaciones y por otro una cubierta  escultural que surge abruptamente.
 
       
   Vista de los acantilados de Nueva Gales del Sur  



En las amplias plataformas horizontales a distintos niveles y en las monumentales escaleras de la arquitectura Maya, Utzon descubre otro elemento latente en su propia conciencia.

Templo Maya en Chichen Itzá




Escaleras monumentales, imagen de presentación, 1964, foto: Max Dupain



Al igual que en las grandes catedrales góticas, la Ópera de Sídney funciona como un lugar al que va a ir la gente a vivir una hermosa experiencia al llegar, al subir las escaleras y al asomarse a una visión espectacular y única de la ciudad y del puerto.

Con este juego,  con la escala de esa gran meseta, Utzon, quiere «crear la sensación de estar en otro mundo», alterando el carácter espacial de la zona, modificando la sensación del peatón, tanto del que va a acceder al interior de la Ópera creando un vestíbulo de acceso majestuoso acorde a la grandiosidad de la obra, como del que va a utilizar dicho lugar como un lugar de reunión, como un «auditorio de la ciudad al aire libre.»

Aquí aparecería posteriormente el primer gran problema. La resistencia del firme era menor de lo esperado y tuvo que reforzarse en gran medida la cimentación aumentando el presupuesto inicial significativamente.

 
 
Dancing on The House, foto: Dennis Wolanski Archivo Sydney Opera House Trust




Vista de los trabajos, octubre de 1962, foto Dennis Wolanski Archivo Sydney Opera House Trust   



El programa, compuesto por dos salas de conciertos y un gran vestíbulo, se cubrió con una serie de cubiertas de formas esculturales de hormigón. Estas formas no serían ajenas al arquitecto, quien años antes fue un experimentado marinero que primero quiso seguir los pasos de su padre como ingeniero naval pero que acabó con sus huesos estudiando arquitectura.
Esas cubiertas, en ese cruce, en esa bahía que ha visto cruzar tantos veleros, tratan de ser abstracto reflejo de la historia y el sentimiento de ese punto.



Utzon participó con un proyecto esquemático en el que presentó el concepto, pero aún quedaba mucho por desarrollar. Por algo se llaman “concursos de ideas…” Así que en el verano de 1956 viaja por primera vez a Sídney para conocer el lugar para volverse poco después a Dinamarca donde continuaría trabajando sobre el proyecto, cuyas cubiertas estaban «geométricamente indefinidas».



Evolución de las propuestas realizadas por Utzon y su equipo




Le dieron 18 meses para definir el proyecto, tiempo que resultó insuficiente a todas luces, ya que la definición de las cubiertas necesitaba una geometría muy perfectamente definida y un control exacto de todas las piezas que la conformaban.


Transcurrido el plazo, el Gobierno obligó a comenzar la obra sin estar terminado el proyecto, aún en contra del arquitecto y de los ingenieros de Ove Arup. Dicha decisión, cuando aún no estaban resueltos problemas importantes de diseño,  propició una serie de decisiones apresuradas y erróneas que desencadenarían en graves problemas como encontrarse con que el terreno soportaba menos carga de la esperada y hubo que reforzar la cimentación.


En el diseño de la estructura participó la prestigiosa firma de Ove Arup & Associates. Estudiaron la posibilidad con parábolas, arcos hasta que después de 3 años de búsqueda, Utzon encontró la solución en la estructura interna de una naranja. La naranja forma una esfera a partir de unos segmentos que son sus gajos. Esto le dio la clave para empezar a estudiar la forma de la esfera y a buscar en la solución final en dicha forma geométrica. Está opción fue la clave, lo que Utzon denominó “la llave de la Ópera de Sidney” ya que lograba simplificar la geometría, de las cubiertas, así como de la propias partes de la estructura interna permitiendo poder crear unas “costillas” de hormigón armado prefabricado y que estas a su vez se dividieran en partes aún más pequeñas siempre iguales.

En este proceso participó un joven talentoso Rafael Moneo de la que declaró «estuve buscando en la geometría de la esfera la proporción que Utzon había dibujado, estando 8 o 9 meses haciendo “solo” eso.”





  Geometría final diseñada por Ove Arup,  Jørn Utzon y en la que colaboró Rafael Moneo.





Las costillas están formadas por arcos construidos por de piezas de hormigón prefabricado unidas por cables de acero postensados. Sin embargo, el pedestal estructural sobre el que apoyaban estaba proyectado para soportar una delgada cáscara de hormigón, con lo cual, ahora no soportaría esta solución por lo que tuvo que ser modificado aumentando aún más el presupuesto ya desfasado. 









 Fotos de David Moore





Las velas  se recubrieron con dos tipos de azulejos. Se buscaron los acabados en tonos muy suaves para resaltar el edificio sobre el telón de fondo que formaba la propia ciudad de Sídney, mucho más oscuro. Por otro lado se buscó que el acabado tuviera un brillo hermoso incluso al ensuciarse, pero que a su vez no deslumbrara.




Detalle de azulejo, foto Anthony Browell.






Las fachadas de vidrio se modificaron también durante el proceso de construcción. Mientras que en el concurso eran verticales, posteriormente se optó por introducir las grandes vidrieras en el interior de las velas retranqueándolas. Con esto lo que se consigue es eliminar los vidrios de la imagen principal, y dejar las escultóricas cubiertas desnudas, potenciándolas aún más. 



Alzado del concurso. Jørn Utzon










En resumen, el conjunto se divide en tres elementos, con sus tres conjuntos de cubiertas. Las mayores obedecen a las salas de concierto principales y a sus respectivas estancias. La menor a la zona de restaurante. Además contiene cinco teatros, cinco estudios de ensayos, restaurantes y tiendas












En mayo del 1965 llega al gobierno una coalición de partidos conservadores que desde el inicio de la legislatura ejercieron un férreo control sobre la obra demandando el proyecto final, contrataron arquitectos australianos para supervisar la labor de Utzon y le retuvieron el sueldo. Las tensiones durante llegaron a tal punto que en febrero de 1966 Utzon escribió una carta de renuncia. Este hecho propició una huelga de los estudiantes de arquitectura y manifestaciones ante el parlamento que no sirvieron para que el gobierno readmitiese al arquitecto. El gobierno aprovechó para contratar un nuevo equipo de arquitectos y en abril del mismo año Utzon se marchó y juro no volver a pisar Sídney. Juramento que cumplió hasta hace unos años que ante la insistencia de las autoridades, volvió para dirigir un proyecto de restauración del edificio.


Imagen de las protestas en las que se pedía la vuelta de Utzon



Finalmente el proyecto se concluyó en 15 años pese a los 3 en los que se estimó su construcción y su coste inicial, estimado en tres millones de dólares australianos se multiplicó hasta llegar a los 102 millones.

Una barbaridad vista así. Un esfuerzo que mereció la pena dirán otros. Fueron tantos sus defensores como sus detractores. Controversias aparte, no podemos negar que con el paso del tiempo se ha convertido en el icono más representativo y conocido de Australia (junto con el kanguro) y fue el primer monumento nombrado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad estando aún vivo su creador y es uno de los edificios más importantes de todo el S. XX y en consecuencia, de la historia.

Un modelo de que numerosas ciudades han querido imitar que ha desencadenado en los últimos años en la “arquitectura del espectáculo” que ya sabemos cómo ha acabado…


Porque Bennelong Point, solo hay uno, Sídney solo hay una, Australia solo hay una y Utzon solo hay uno…

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